El Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA) de la Comunidad de Madrid lleva varios años realizando un ensayo con distintas variedades de patata para descubrir cuál es la más apta para el cultivo en la región, además de mejorar su calidad y competitividad en el mercado.
Se han ido valorando los factores de cultivo agronómicos y sensoriales, así como la calidad del producto, en las variedades de Jaerla, Carlita, Red Pontiac, Monalisa, Bartina, Spunta, Kondor, Agria, Kennebec, Desiree, Fabula, Miren, Baraka, Nicola, Victoria, Asterix y Entzia. La siembra de este año acaba de realizarse. Durante el tiempo de desarrollo del cultivo se irán analizando el ciclo vegetativo, rendimiento, descripciones morfológicas y evaluación sensorial de los tubérculos, con descripciones morfológicas de planta, hoja, tallo, flor, tubérculo y brote, de manera que las características de cada variedad estudiada se puedan trasmitir a los agricultores de la región.
La recolección se realiza entre julio y principios de agosto, dependiendo del ciclo vegetativo de cada una de las variedades: las tempranas tienen un ciclo vegetativo de 60-95 días; las semitempranas de 95-120 días; las semitardías de 120-135 días, y las tardías de 135-145 días.
La evaluación sensorial de cada variedad determina cuáles son sus resultados en su uso alimentario y se realiza utilizando dos métodos de cocinado. Uno de ellos es la evaluación de cada variedad para determinar si su mejor uso es en ensalada, asada, cocida, para puré o de uso múltiple. Otro de ellos es la evaluación de la patata frita, donde se determina si la variedad es apta o no para este uso, valorando entre el 1 y el 10, siendo el 1 el valor que mejor aptitud tiene para la fritura y el 10 la peor.