¿Por qué estamos perdiendo la capacidad de concentrarnos y prestar atención?

Algo tan común y habitual como leer un libro o tener una charla enriquecedora durante algunas horas se está haciendo casi imposible. Cada vez son menos las personas capaces de escuchar, concentrarse y prestar atención. Sin importar la edad o la clase social, incluso la cultura o país donde se resida o haya nacido, la tecnología ha llegado prácticamente a todas partes y con ella las redes sociales.

Según estudios recientes, el tiempo máximo que un adulto es capaz de prestar una completa atención es tan solo de tres minutos. En el caso de los adolescentes, este tramo de tiempo desciendo hasta los 65 segundos de máxima. Aída López Gómez, de Bangardia Psicología aplicada, es una psicóloga en Madrid que trabaja en devolver el bienestar de la salud mental a quienes acuden a ella.

Entre otros muchos consejos y valiosas recomendaciones, la psicóloga ha escrito un post sobre cómo prestar más atención en el que da claves sencillas pero efectivas para poder recuperar la capacidad de concentrarnos. Desde la tiranía de la tecnología a nuestros hábitos alimentarios y de vida, todo influye en la capacidad de prestar atención. Sabiendo esto, se puede recuperar paso a paso una habilidad importantísima que va camino de la desaparición.

Cuáles son los factores que influyen

No se puede atribuir la caída en picado de la concentración a un solo factor, sino a muchos de ellos a la vez. A continuación se analizan los principales:

1. Demasiados estímulos

La invención y expansión de las redes sociales es el primer factor, y quizá el de mayor peso en la incapacidad de concentrarse y prestar atención, sobre todo entre los más jóvenes. Twitter, con 354 millones de usuarios activos, comenzó su andadura en 2006. WhatsApp, la red social por excelencia cuenta con 2000 millones de usuarios desde que se creara en 2009. Instagram (2010) la sigue de cerca con 1336 millones y TikTok (2016) cuenta con 1051 millones.

Este uso y abuso de las redes sociales, además de crear verdaderas adicciones en adultos y menores, ha hecho que la capacidad de atención haya caído en picado. Estar continuamente recibiendo notificaciones, consumiendo o subiendo contenido y alternando entre las distintas plataformas es una multitasking que, además de que se ha puesto de moda en el mundo laboral hace que el cerebro sea incapaz de absorber información de forma completa.

2. Dominio de la tecnología

Algo que la mayoría de usuarios de redes sociales desconoce es que la mercantilización de sus datos personales les está afectando en la capacidad de concentración. Vivimos en una sociedad donde impera el capitalismo de vigilancia, donde las empresas juegan con las emociones de los usuarios para tenerlos el máximo tiempo haciendo scroll y así ganar más dinero gracias a captar su atención.

Nuestros datos sirven a estas compañías (FaceBook, Instagram, Tik Tok, etc.) para conocernos a fondo según los likes que damos y el contenido que consumimos o compartimos. Así encuentra la manera de darnos siempre contenido que nos sea llamativo para mantenernos conectados el máximo tiempo posible. Este enganche que comienza como un entretenimiento inocente se está convirtiendo en un verdadero problema de salud mental a nivel mundial.

3. La tiranía de la productividad

Tanto en el mundo laboral como académico, la productividad se ha convertido en el objetivo primordial. No importa si los objetivos propuestos son inalcanzables, desde el punto de vista de las empresas todo vale para conseguir aumentar sus ingresos. Si hay que hacerlo a costa de explotar a las personas trabajadores lo harán sin pestañear. En el mundo académico también ocurre lo mismo, hay que cumplir con un programa curricular pase lo que pase.

El bienestar de las personas, sus emociones, en definitiva, su condición humana está cada vez más lejos de importar. Una muestra de ello es la reciente noticia que ha saltado a los medios de una trabajadora que murió en un call center y la empresa no paró el trabajo del resto de la plantilla, obligándoles a seguir trabajando con el cuerpo de la fallecida en su puesto por más de una hora.

Si a todo lo anterior le sumamos el aislamiento psicológico, el hecho de que cada vez seamos más sedentarios, que comemos cada vez peor, y que la contaminación nos invade tanto a nivel de aire como de alimentos, no solo la salud psicológica se ve afectada, sino tamibén la física, y por ende nuestras capacidades cognitivas e intelectuales. La buena noticia es que podemos ponerle remedio siguiendo unos sencillos hábitos.

Tal y como aconseja la psicóloga Aida López Gómez, estos hábitos no son otros que: Mejorar nuestra alimentación y descanso, hacer ejercicio físico, controlar el uso de la tecnología, centrarnos en una tarea a la vez, disminuir las distracciones, beber más agua, hacer descansos y practicar algún tipo de relajación o meditación.