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Zinedine Zidane llegó al banquillo del Real Madrid avalado por su trayectoria como jugador de leyenda de la Casa Blanca. Zizou se convirtió en una mano amiga para los jugadores y la cosa funcionó de maravilla. Con él como preparador el club blanco levantó, entre otros títulos3 Ligas de Campeones consecutivas, un logro que ningún equipo había conseguido hasta la fecha.

Tras ganar la tercera Liga de Campeones, el proyecto presentaba síntomas de agotamiento. El equipo merengue había concluido la Liga a 17 puntos del campeón, el Barça, y en Europa la victoria pendió de un hilo en más de una ocasión. Después de ganar el máximo torneo continental, Zidane decidió abandonar el banquillo del Real Madrid y su puesto lo ocupó Julen Lopetegui.

La sorprendente vuelta de Zidane

La temporada 2018/2019 vino a confirmar todos los malos presagios del curso anterior. Los jugadores, entrenados por Lopetegui, demostraron falta de ambición y una fuerte desidia. El técnico vasco no llegó a comerse el turrón en el Bernabéu. Su sustituto, Santiago Solari, tampoco pudo enderezar el rumbo de un equipo que, en marzo, ya se había quedado sin opciones de ganar ningún título; un desastre sin precedentes para el club más laureado de la historia.

Ante un fracaso de tal magnitud, Florentino Pérez hizo rodar la cabeza de Solari. La sorpresa no tardó en llegar: Zidane volvía a ser entrenador del Real Madrid. No había pasado ni un año, se habían cumplido los peores vaticinios y Zidane volvía para liderar la creación de un nuevo proyecto que, a día de hoy, se lo está comiendo.

El marsellés necesita hacer un trabajo fino, su gestión debe tener la precisión de un casino online, donde todo está ordenado y donde las funciones de cada uno están bien claras, pero Zizou no termina de dar con la tecla, en parte, porque la anunciada renovación madridista no ha traído cambios profundos en la plantilla.

Un Real Madrid afrancesado

La renovación del proyecto madridista se ha quedado en un amago, así lo confirman las cuotas de las apuestas deportivas del Real Madrid. La piedra angular del proyecto ha sido Eden Hazard, un antiguo anhelo de Zidane y del Madrid. El belga, hoy por hoy, se encuentra muy por debajo del nivel que de él se espera y no está siendo ese líder sobre el terreno de juego sobre el que se pretendía construir el nuevo Real Madrid. Con él llegó Luka Jovic, un delantero que tampoco ha podido demostrar lo que vale, en parte, porque Benzema atraviesa el mejor estado de forma de su vida.

No es Benzema el único francés de la plantilla. Sigue Varane, un central que parece estancado y que está cometiendo fallos muy graves en la línea defensiva. También ha llegado, por 48 millones de euros, Ferland Mendy, un lateral zurdo galo que ha mandado a Reguilón a Sevilla. Mendy no ha sido capaz de quitarle el puesto a un criticado Marcelo.

El gran problema está en el mediocampo. Kroos se ganó una renovación multimillonaria tras un año desastroso y Modric empieza a acusar la edad. Zidane esperaba a otro francés, Pogba, pero el medio sigue en Manchester y la aparente revolución blanca se está sustentando en una subida del rendimiento de Bale y en la vuelta de James Rodríguez.

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